EMANUELE SEVERINO

EMANUELE SEVERINO Emanuele Severino nace en el 1929 en Brescia, se licencia en Pavía en el 1950 con una tesis extraordinaria sobre" Heidegger y la metafísica". Consigue libre enseñanza en filosofía teóretica en el 1951. Después de un período de enseñanza como encargado en la universidad Católica de Milán, en el 1962 se vuelve ordinario de Filosofía moral cerca de la misma Universidad. En el 1964 revuelve el debate teóretico con el sabio" Volverle a Parménides." Del 1970 es ordinario de Filosofía teóretica cerca de la universidad de Venecia dónde ha sido director del Departamento de filosofía y teoría de las ciencias hasta el 1989. Es académico de los Lincei. Entre sus numerosas obras recordamos: " Notas sobre el problematicismo italiano", Brescia, 1950; " El estructura originaria" (1957), Milán, 1981; " Estudios de filosofía del regla" (1962), Milán, 1984; " Esencia del nihilismo", Milán, 1972; " Los habitantes del tiempo", Roma, 1978; " Ley y caso", Milán, 1979; " Los raíces de la violencia", Milán, 1979; " Suerte de la necesidad", Milán, 1980; " A Cesare y a Dios", Milán, 1983; " La calle", Milán, 1983; " El filosofía antigua", Milán, 1985; " La filosofía moderna", Milán, 1985; " El parricidio fallido", Milán, 1985; " La filosofía contemporánea", Milán, 1988; " El yugo", Milán, 1989; " La filosofía futura", Milán, 1989; " A los orígenes de la razón", Milán, 1989; " Antología filosófica ", Milán, 1989; " El nada y la poesía. Al fin de la edad de la técnica", Milán, 1990; " La guerra", Milán, 1992; " Más allá del lenguaje", Milán, 1992; Tautotes, Milán, l995; " La gloria", Milán, 2001. Tiene publicado, además, una historia divulgadora de la filosofía (Filosofía antigua, moderna, contemporánea, futura), y un manual escolar (Filosofía, 3 volúmenes). Nos encontramos de frente a un trabajo inmenso y, por el más, escrito con un lenguaje de entendidos. Máximo Cacciari él un gigante define, el único filósofo que en el Novecientos se pueda contraponerle a Heidegger. Severino, como él destejo recuerda en una entrevista, recuerda cuando formuló sus ideas por la primera vez, aquellos ideas destinadas a suscitar tan mucho estupor. Tuvo veintitrés años, ya fue libre docente a la universidad, y un día estaba trabajando alrededor al primero libro de la Física de Aristóteles, sobre en el escritorio, cuando fue atropellado por una oleada d los pensamientos nuevos: " Fue encontrarse como en un remolino, en un maelström, y en bajo apareció la tierra. El ser eterno se presentó de este modo, tuvo el carácter de este fondo marino". De allí tuvo inicio su aventura filosófica. La filosofía de Emanuele Severino él injerta en el debate ontológico encaminado por Heidegger y, sin embargo (a diferencia de Heidegger), se propone una vuelta al antiguo pensamiento de Parménides de Elea. Por Severino la cuestión principal de afrontar remonta a la metafísica clásica y concierne la contradicción o menos entre el ser y el no ser o volverse. El filósofo afronta el problema teniendo presentes autores contemporáneos cuál Nietzsche y Heidegger. La tesis general es que el pecado y el error del occidente y el cristianismo incluido consisten en el ser alejado él de la regla parmenideo según el que entre sólo el ser es y puede ser pensado y definido. Elegiendo de no respetar la enseñanza de Parménides e introduciendo el futuro en el pensamiento y en ella historia, el occidente se ha encontrado en una situación sin salida que tiene llevado al actual dominio de la razón y la técnica. Luego necesita volverle a Parménides. El pecado original del occidente ha ocurrido después Parménides, cuando el pensamiento griego, en lugar de considerar solamente el ser, ha evocado el futuro entendido como la dimensión visible dónde los cosas provienen de la nada y vuelven en el nada, después de ser retenidas él provisionalmente en el ser. El futuro se convierte en la oscilación de las cosas entre el ser y el nada: pero Severino, sobre la ola de la enseñanza parmenideo, niega la existencia misma del futuro. La instalación filosófica de Severino puede ser tan sintéticamente resumen: a) El abandono del ser parmenideo y la elección del futuro provocan en la humanidad occidental un sentimiento de angustia frente al nada, de nostalgia, de necesidad del ser. b) El occidente con la lógica del remedio levanta los inmutables por defenderse del futuro que ello ha evocado, es decir construye las entidades (Dios) y los valores (éticos, naturales, etcétera) transcendentes y permanentes. c) A. el de sobre de los inmutables el epistéme, es decir la esencia originaria del filosofía, la voluntad de conocer establemente la verdad del mundo. El epistéme es la dimensión estable del saber, dentro del que son levantados todo los inmutables del occidente. Usted fe cristiana hereda los carácteres de estabilidad del epistéme y se dirige a las masas. Severino toma los movimientos del pensamiento de su maestro Bontadini - fundador de la Neoescolástica milanesa - pero pronto aleja: si por Bontadini en el mundo domina el futuro (como nos certifican los sentidos mismos), la única calle para admitir algo de eterno es Dios, entendido como ente inmutable y imperecedero. Ahora Severino turba el discurso de su maestro: ya que en el mondo no hay el futuro - ello sólo es un doxa de los hombres, según la enseñanza parmenideo -, no es necesario hacer referencia a un ente eterno y transcendente; el mundo mismo que nos aparece adelante es eterno. Bien se comprende cómo en virtud de estas sus posiciones Severino fue alejado de la católica de Milán. Aumentar el propio poder sobre las cosas y sobre él dèi: éste siempre ha sido el deseo más profundo de los hombres, los que piensan que la potencia ellos haga capaces de vencer el dolor y la muerte. En el paraíso terrenal el serpiente asegura que no se morirá comiendo el fruto prohibido; se se volverá más bien como dèi, se tendrá es decir su potencia. Técnicas, religiones, filosofía, artes, son los grandes expedientes maquinados del hombre para ponerse cada vez más potente. La técnica se basada en ella ciencia moderna está ya el más potente instrumento de transformación del mundo. Pero el Lugar que contiene todos los lugares es la totalidad del ser. Usted filosofía ha querido indicar de ello el rostro. En un primer momento ha afirmado la existencia de Dios, o sea del ser inmutable que ninguna potencia humana puede dominar. Luego la filosofía de nuestro tiempo ha enseñado que ningún Dios inmutable y eterno puede existir. Así que, en un primer momento, ha tenido la calle acordonada por Dios y de sus leyes; luego la filosofía ha liberado la calle de cada obstáculo. El cristianismo, por lo tanto, ayuda la misma suerte de la filosofía, con lo agravante de poner de parte el espíritu crítico con que la filosofía trata de argumentar las razones de la necesidad de los inmutables que sirven cómo defensa y amparo con respecto del futuro, y son comparables a los creaciones de la voluntad de potencia de que habla Nietzsche. Los inmutables, previendo y controlando el futuro ahogan y amenazan la voluntad de existir, de modo más insoportable de la misma amenaza del futuro. El hombre recurre entonces, como a un ancla de salvación, a la ciencia y al técnica, para que lo liberen de esta amenaza. La filosofía contemporánea desdobla a tramontare en saber científico, justo porque ella es negación y destrucción de los inmutables. A este propósito, Severino afirma: " El filosofía necesariamente va hacia el propio ocaso, es decir hacia ella ciencia, que sin embargo es hoy el modo en que la filosofía vive. [...] Todo pueden ver que la filosofía, sobre escalera mundial, declina en saber ¿científico" (" qué hacen hoy los filósofos? ", Milán 1982). Del resto, el mismo Heidegger, cuyo Severino se inspira constantemente (incluso deseando una vuelta a Parménides), afirmó, en" Ya sólo un dios puede salvarnos"": Usted filosofía es al final. [. ]Quella que ha sido ella función de la filosofía hasta a hoy ha sido heredada por las ciencias. [...] La filosofía se disuelve en individuales ciencias: la psicología, la lógica, ella politología". Aristóteles, tan al aire libre hacia las posiciones de los suyos predecesores, incluso confutándolas, frente a la filosofía de Parménides él se impacienta y la burbuja como una locura (manía). El ejemplo más querido a Severino, en el argumentar su posición parmenidea, es aquel de la leña qué por la acción del fuego se convierte en ceniza: en la tradición occidental, solemos pensar que la leña se transforma en ceniza; cuando divisamos la ceniza, por lo demás, la asociamos enseguida con la leña, convencidos que de ella derivas. Somos tan llevados a decir que es ceniza de parte de la leña; de manera parecida, cuando Sócrates crece en altura, decimos que es alto de parte de Sócrates. Pero eso no saca que también decimos "Sócrates es alto": de manera parecida, se deberá por Severino para afirmar que la leña es ceniza. E' este una locura por la tradición occidental: Platón mismo, en el Teeteto, explicó como tampoco en los sueños o en la locura fuera posible predicar el contrario de una cosa, por ejemplo diciendo que el caballo es el toro, es el buey, etcétera Igualmente, es absurdo, loco, predicar que la leña es la ceniza: pero éste por una tradición que es ella mismo loco y se ha separado de Parménides y qué mezcla injustamente ser y no seas (la leña que acaba en el nada, la ceniza que nace de lo nula). Pero, según Severino, el abandono del ser parmenideo y la elección del futuro es la locura del occidente, la senda de la noche, el espacio originario en que han venido a moverse y a articularse no sólo las formas de la cultura occidental, pero también los sus instituciones sociales y políticas. Frente a lo es angustia del futuro , el occidente, contestando a la lógica del remedio, ha evocado es él inmutables (Dios, las leyes de la naturaleza, la dialéctica, el libre mercado, los lees ética o políticas, etcétera). Usted civilización de la técnica domina el mundo. Al principio de nuestra civilización Dios, el Primo Técnico, crea el mundo del nada y puede empujarlo en el nada. Hoy, la técnica, último dios, recrea el mundo y tiene la posibilidad de destruirlo. En su obra Severino entiende poner en cuestión la fe en futuro dentro de que el occidente se mueve, en la convicción que el hombre vaya a la búsqueda del remedio contra la angustia qué ello provoca. El futuro es una locura. Nietzsche retumbando, él lleva de comprender que no sólo no puede existir ningún Dios inmutable y eterno, pero que el futuro no es un recorrido rectilíneo e irreversible pero un círculo que eternamente vuelve sobre de si (imaginamos una película cinematográfica sobre cuyo las mismases imágenes giran para siempre). Quién es capaz de divisar la necesidad de este círculo es el superhombre, el que posee la voluntad más potente de cada otra. Sabiendo que la calle es circularse es en efecto esencialmente más potentes, en proceder y en el actuar, de quién, ignorándolo, y creyendo que el recorrido sea rectilíneo, va continuamente fuera calle. Y entonces, preguntémosnos, la técnica conducida por la ciencia moderna, justo la técnica, que se presenta hoy como productora del potencia suprema del hombre, puede permitirse de ignorar que el curso de los ¿acontecimientos del mundo tiene un carácter circular? Puede ignorar el rasgo ¿fundamental del mundo? Una técnica que lo ignoras no es quizás impotente con respecto de la técnica que lo conoce y pone este conocimiento al justo ¿fundamento? Está en tal modo no se nos tiene que preparar quizás a admitir aquél qué nos pareció la afirmación más paradójica, es decir que la doctrina ¿levanta de la eterna vuelta la técnica a la cumbre de las mismas posibilidades? Severino puede aparecer paradójico, también absurdo, inconcebible, porque sustenta que todo es eterno, no sólo cada hombre y cada cosa, pero también cada momento de vida, cada sentimiento, cada aspecto de la realidad, y por lo tanto nada desaparece, nada muere: la eternidad es su pasión, su vocación. Todos de milenios creen que las cosas y los hombres nacen del nada y en el nada vuelven: El propio Severino dice que" nacer quiere decir [...] salir del nada; morir quiere decir volver en el nada: lo viviente es lo que sale ¿del nada y vuelve en el nada" (" qué hacen hoy los filósofos? ", Milán 1982). Sin embargo por Severino todo es eterno. No basta: sólo en superficie se cree que las cosas vienen de la nada y que en el nada al final precipiten, porque en la profundidad estamos convencidos que aquel breve segmento de luz que es la vida es ello destejo nada. E' el nihilismo. E' el homicidio primario, la matanza del ser. Pero es una contradicción: lo que es no puede no ser, ni puede ser sido o podrá ser nunca nada. Uno contradicción que es la locura del occidente, y ya de toda la tierra. Una herida que necesita numerosos consuelos, de la religión al arte, todos frescos sobre la oscuridad, tentativas de esconder, curar el nada que allí hace horror. Por suerte nos la espera No Locura, el aparecer eternidad de todas las cosas. Nosotros somos eternos y mortales porque lo eterno entra y sale del aparecer. Usted muerte es el assentarsi de lo eterno. Tenemos todo en el sangre el nihilismo. Nos creemos mendigo cuando en cambio somos rey. Como Orazio dice," pulvis et umbro sumus" ("somos polvo y sombra"): el hombre se convierte en polvo, pero también el polvo es eterno. Usted puede exorcizarla quizás muerte ayudándose con las religiones o con las filosofías, se puede creer también qué todo acabe en un gran silencio, parecido a lo que la precede nacimiento. La ciencia logra alargar la vejez, los placeres que investigamos ávidamente aturden las preocupaciones acumuladas por los días, la belleza nos ayuda a despreciar los insoportables razonamientos de los mediocres. Un fragmento de Heráclito recita: " los hombres esperan, cuando han muerto, cosas que ellos no esperan ni suponen". Cuál espectáculos él ¿enseñan, si se muestran, después de la muerte? La muerte tiene un sentido que está más allá de lo que se entiende comúnmente con este término. Está más allá de la misma contraposición entre muerte e inmortalidad. El occidente, cuyo prehistoria es el oriente, la entiende en cambio como aniquilamiento, salvando en algunos casos el alma o la conciencia que seguirían a teniendo a uno ellos vida. Severino trata de demostrar que la persuasión que un cualquier cosa o acontecimiento (hombre, llora, estrella, situación, instante) pueda destruirme, y destruido sea nada, es Locura esencial. Es la Locura más profunda que pueda manifestarme no solamente en el mundo humano, pero en el Todo. En diferentes formas la Locura domina la historia de la Tierra; fuera de la Locura aparece la eternidad de cada cosa y cada acontecimiento. La muerte pertenece al manifestación de los eternos, es un acontecimiento interior a tal manifestación. Ella no nos arrolla, pero es una parte del nuestro existir. Es una condición necesaria de la felicidad. Nosotros somos destinados a la felicidad que es el oltrepassamento de todas las contradicciones y no un premio concedido. È necesidad. Es inevitable que después del ocaso de la vida y la muerte, de la voluntad y de la abulia el hombre sea feliz. En tal perspectiva, Dios no es el demiurgo pero el aparecer infinito de los eternos, es esencialmente diferente de aquel de la tradición religiosa y filosófica. Dios no está en otro mundo: en la profundidad nosotros somos el oltrepassamento de la totalidad de los contradicciones. No es fácil coger su mensaje, su lenguaje inusual. El mundo es demasiado concreto para permitirse el lujo de rasgarse de la piel los accidentes del día, que les están encima a los hombres como de los molestos piojos, que nos atormentan como a estos parásitos y que devoran nuestras vidas chupándonos el tiempo y la sangre. En virtud de estas sus ideas (y, más en general, del entero su instalación filosófica), Severino fue alejado por la universidad Católica en el 1969: " nos dados cuenta qué mi discurso contuvo el no más radical a la tradición metafísica del occidente y del oriente. no fue dirigido específicamente contra ella religión cristiana". Pero la educación católica recibida por Severino no es nunca completamente despistado, también después de la elaboración de su filosofía: ciertamente, él pone de parte la noción de Dios pero no aquel de Verdad, cardenal en la tradición cristiana. " La Verdad toma el sitio de Dios, qué es remedio de la angustia contra el nada. Dios está dentro de la locura, del nihilismo, de la opinión que las cosas mueren". Por Severino la técnica no es criada de las fuerzas que gobierna el mundo, pero es ella desteja a gobernar las suertes de la humanidad. Usted técnica continúa el propio camino sabiendo que no encontrará alguno obstáculo y ningún límite intransitable. El filosofía contemporánea la ha hecho completamente libre, la ha levantado al cumbre de sus posibilidades. Escuchando la voz de la filosofía del nuestro tiempo, la técnica ahora puede asumir una andadura completamente diferente y esencialmente más incisiva. El medio (la técnica, las nuevas tecnologías, los redes telemático-informáticas) está volviéndose lo barro, el objetivo del comunicación. Así la célebre frase de Mac Luhan," el médium es el mensaje", a la luz de esta reflexión se vuelve enseguida comprensible: el medio de la comunicación forma y transforma los mensajes que vehicular, y a menudo, en la época posmoderna, se convierte en el objetivo del comunicar mismo, dejando sobre el fondo conceptos e ideas. El concepto mismo de ética está cambiando drásticamente, la ética está convirtiéndose en técnica o sea ella potencia y la capacidad de transmitir y difundir informaciones. La ética así como ha sido pensada de Aristóteles y de otros a ilustres filósofos, está dejando el sitio al dominio de la técnica. El pensamiento posmoderno es hijo de un proceso dos siglos largos durante los que el concepto de verdad ha sido bajado, especie en su unión con lo divino. Dios ha muerto y con él ella verdad, dejando el sitio, se podría añadir, a relativismos, posibilismos y revisionismos de cada tipo. En esta perspectiva histórico-cósmica, Severino coloca la situación italiana, menos liberada con respecto de otras. En Italia el ocaso de la filosofía en la ciencia ocurre más lentamente que en otro lugar, sobre todo porque en nuestro país existen el centro del catolicismo mundial y el más fuerte partido comunista del mundo occidental, dos instituciones que, en modos específicos, contribuyen a tener en vida el sentido tradicional de la filosofía, es decir la filosofía como epistéme, lugar de la evocación de los inmutables. E' mucho relevante el título de una obra de Severino, compota en el 1985: " El parricidio fallido"; el parricidio en cuestión sería aquel cometido de Platón (como el filósofo ateniense mismo afirma) contra Parménides, padre de la filosofía del ser. Ahora Severino, que se engancha al pensamiento del antiguo ontologo, quiere destacar como, en realidad, se haya tratado de un "parricidio fallido": la filosofía de Parménides todavía es viva y sana y está a ella que Severino quiere relacionarse. Parménides en efecto, según Severino, destaca por la primera vez el sentido radical del contraposición entre el ser y el nada y aclara por lo tanto el sentido absoluto de estos dos entes, lo que primero filosóficamente comprendiendo no fue posible aclarar del mito. Los primeros pensadores iniciaron a entender qué el ser pudiera ser visto cómo el Todo más allá del que fue no nada: en efecto el nada no es algo que pueda venir conocido o del cuál se pueda hablar. Parménides es importante porque profundiza y interpreta el concepto de ser. En efecto si el no ser no es, no puede interponerse al ser y dividirlo en partos; ni puede ser algo de cuyo el ser surja o en cuyo se disuelva. En esta argumentación de Parménides, es utilizado el fundamental principio lógico dicho de no-contradicción, según el que no son aceptados al mismo tiempo de una misma realidad un carácter y su contrario. En efecto, Parménides hace notar que es lógicamente contradictorio afirmar que el no ser hay, que lo nula exista, porque el no ser es el contrario del ser y afirmar misma realidad un carácter y el carácter contrario es un error lógico: una absurdidad. El futuro del ser es por lo tanto una opinión sin verdad, una apariencia ilusoria de que él los mortales convencen, que siguen el recorrido de la no-verdad, o bien de lo que es apariencia. Con el mismo razonamiento Parménides admite que el ser no ha nacido nunca, ni nunca morirá, es decir es eterno. Para afirmar en efecto que haya nacido, haría falta admitir que hubiera habido algo de que es es engendrado, pero como el ser es único, eso es lógicamente contradictorio. Por la misma razón no podemos aceptar el hecho que el haberse mueva, porque para hacerlo debería pasar de un lugar a otro y moverse en un elemento, el espacio vacío, el no ser, que lo permita desplazamiento y eso es lógicamente contradictorio. Severino reflejando sobre Parménides y sobre la historia de la filosofía occidental, que ha puesto al suyo centro el futuro, la locura que domina el mundo, llega a afirmar que todo es eterno. Todo es eterno significa que cada momento de la realidad es, o sea no sale y no vuelve en el nada, significa que también a las cosas y a los hechos más humildes e impalpables compite el triunfo que suele reservar a Dios. Eternos soy cada nuestro sentimiento y pensamiento, cada forma y matiz del mundo, cada gesto de los hombres. Y también todo lo que aparece en cada día y en cada instante: el primer fuego encendido por el hombre, el llanto de Jesús apenas nato, el oscilar lámpara delante de los ojos de Galileo, Hiroshima viva y su cadáver. Eternos cada esperanza y cada instante del mundo, con todos los contenidos que están en el instante, eterniza la conciencia qué ve las cosas y su eternidad y ve la locura de la persuasión que las cosas salgan de la nada y allí vuelvan. Pero disertar de filosofía no es productivo, Severino dice: en efecto," hablar de filosofía la mata filosofía, porque no se ve fuera la profunda vena de oro y vien uno espectro, un mito en el mejor de los casos, un discurso extraño de un intelectual algo desequilibrado."

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